Lo que el viento no se lleva.

¿Y si te hablo de ella? Podría, pasarme horas enteras, escribiendo miles de palabras. Pero no, unas pocas basta... para empezar. Ese lunar que les queda a las tias que te cagas, y que las hacen más sexis aún; ese lunar, lo tiene ella. Bueno, miles. Millones, todos tan perfectos... Los ojos, joder, yo cuando estoy con ella no necesito espejos porque es mirarla y verme. Dios, tío, y ya no te hablo de su sonrisa porque te cagas. Esas sonrisas tan perfectas que te hacen sentir bien, que te alegran; esas sonrisas, las tiene ella. 

¡Que mujer!, eso sí que es una mujer, con todas las letras, y las curvas, que de Diosa, no se queda corta. 

Que tanto tiempo sin verla, empieza a pasar factura, y más si te debe cigarros, que bueno, esos se los lleva el viento, pero a ella no. Seguirá ahí, en la distancia, pase lo que pase, ocurra lo que ocurra, no se moverá, porque sé, que estará esperando.

Diosas que seducen.

Decían que no existía, que era como una Diosa de esas de cualquier mitología extraña. También decían que no estaba, que nunca había estado, y creían que se había ido. Decían demasiadas cosas, todas calumnias, obviamente. ¡Joder!, yo solo pensaba en ella, ansiando verla de arriba a abajo, o de abajo a arriba, como esos planos que hacen en las películas cuando aparece una tia de esas que valen, pues igual. Lentamente, apreciando cada curva y cada lunar, cada cicatriz y cada imperfeccion, porque, coño, no era perfecta... O sí.

Gran debate. (Qué es la perfección. ¿Dios? ¿Ella? Complicada pregunta, que es mejor dejar estar.) No me cansaba de oír sus historias, sus descripciones o sus propias palabras, aun siendo citadas por otra persona. ¿Llegaría el día? Sí. Ese era el día. Durante un café mañanero, en un bar de la zona. Ahí estábamos yo, mi café y mi paquete de Marlboro. Yo miraba a la calle, dándole unas caladas al último cigarro, y en ese momento, flipé. Se abrio la puerta y eché un ojo, un ojazo de abajo a arriba, como en las pelis, a esa figura desconocida que, joder, que perfección. Era ella. Aquella Diosa que no existía y aquella mujer que se había ido. De un vistazo, me había aprendido sus lunares, y los que quedaban por ver, y sus curvas, perfectas como ella. Me acerque elegantemente, demostrando que era un tipo con clase. No la iba a hacer el feo de no conocer a este precioso caballero. Que mujer... Que musa... Y esa misma noche, ya me había aprendido todos sus lunares y cada una de sus curvas, y mi cama, ella y yo, vivimos felices durante una noche, y las que quedaban...

A falta de ella, se cae el Mundo.

Habian pasado 3 días pero a mí se me hizo eterno. No lloraba, porque no me quedaban lágrimas. No gritaba, porque no me quedaba voz. No vivía porque no me quedaba vida. Era dificil, olvidar todos aquellos momentos. Era dificil sentir mi mano fría, a falta de la suya. No podía tenerme en pie porque me faltaba ella de apoyo. "No es más feliz el que mas tiene, sino el que menos necesita" y yo la necesitaba. "Siempre se echa de menos a lo que ya no se tiene" y yo ya no la tengo. Que ahora mismo ya no siento dolor. Un balazo, una puñalada, un puñetazo, una bofetada, una mentira, nada me puede doler más. Ella era todo y ella era nada. Sus finas curvas, su dulce voz, su alma limpia y su impoluta mirada eran fuente de mi energía. Me daba cuenta que sin ella, se derrumbaba el Mundo o al menos, mi Mundo. La veía en las nubes, como cuando nos tumbabamos en el campo a buscar formas en el cielo. Veía su cara en las alas de las mariposas, estas que tienen mil y un colores. Pero ya todo da igual. Ya no está, no volverá y solo espero a que llegue cada noche, para poder soñar con ella.

Be yourself

Sentarte y pensar, soñar y rallarte la cabeza. Mirarte al espejo e intentar aceptarte a ti mismo. Sacarte defectos y aceptarlos. Sacarte virtudes y mejorarlas. Progresar cada día y superar los retos. Vivir siendo uno mismo dejando las críticas a un lado. Mirarse de nuevo al espejo y decir: "Este soy yo y al que no le guste, que se joda. Que critique lo que quiera, si es feliz...

Pesadillas

Era una noche lúgubre. Una fina niebla cubría las calles y el sonido de los grillos era el único capaz de hacerse lugar en aquel inmenso vacío.

Ahí me encontraba, pensando en ella. En las noches en vela que habíamos pasado juntos y en los sublimes días que habíamos experimentado. Pero todo ello llegó a su fin.

Pasadas las horas, ya me encontraba en el único bar que tenia abiertas sus puertas, ahogando mis penas en Whisky del malo. Iban ya 5 copas, y aun así, seguía pensando en ella. La noche seguía y cada vez estaba más hundido.

Pude oír como alguien entraba y sorprendido comprendí que era ella. "Había bebido demasiado y era una vulgar ilusión de mi subconsciente" -pensé, entre mis delirios provocados por la 6ª o 7ª copa de Whisky- pero no. Se acercó y pude tocarla. Era ella, la musa de mis sueños y mis poesías. La reina de mi corazón y mis sentidos. La mujer más bella de este mundo. Fue en ese instante cuando acercándose lentamente a mí, me susurro al oído: "Despierta" y entre las sábanas de mi cama con ella a mi lado, supe que había sido una horrible pesadilla.